Consejos para la limpieza de cortinas

Las cortinas son uno de los elementos decorativos principales en cualquier ambiente, que por sus características en muchas ocasiones suelen acumular polvo, suciedad, olores, e incluso ácaros, que conviene eliminar de vez en cuando, no sólo por estética, sino también por salud.

Es recomendable limpiar con cierta frecuencia estos elementos, como por ejemplo periódicamente limpiarlas con el cepillo de la aspiradora, para evitar la acumulación de polvo, pelos y pelusas. Con este simple gesto, al menos tres o cuatro veces al mes, conseguiremos retrasar una limpieza más exhaustiva.

Cuando vayamos a hacer esta limpieza, si vamos a meterlas en la lavadora, seguiremos escrupulosamente las instrucciones del fabricante para no deteriorarlas. Por regla general, las cortinas de materiales como el algodón, el nylon o el poliéster, pueden lavarse a máquina sin ningún problema. Pero siempre deberemos utilizar detergente para prendas delicadas, y programas preferiblemente de agua fría. Prestaremos especial atención a la limpieza de cortinas que se encuentran en habitaciones frecuentadas por fumadores, ya que si no lo hacemos, el desagradable olor a tabaco no desaparecerá de la habitación. Si vemos que hay alguna mancha la trataremos de forma previa al lavado, aplicando algún producto específico para las manchas, y frotando con un cepillo suave para evitar que se hagan bolas.

La utilización de la secadora es recomendable en menos casos. En el caso de que decidamos utilizarla, una vez acabado el ciclo colgaremos las cortinas inmediatamente en su lugar, para evitar que las cortinas queden con arrugas.

En el caso de ciertos materiales como el algodón o el lino deberemos considerar que con el lavado pueden encoger. En caso de duda, es preferible consultar previamente con las indicaciones del fabricante, o dejar su limpieza en manos de profesionales.

Si optamos por un lavado a mano por ser delicadas, utilizaremos agua templada, dejándolas en remojo en agua con detergente para prendas delicadas, y removiendo de vez en cuando para que penetre completamente. Después las introduciremos en agua templada sin jabón, para su aclarado, escurriéndolas suavemente para no arrugarlas.

El secado lo haremos tendiéndolas al sol, tratando de extenderlas lo máximo posible. Cuando hayan escurrido todo el agua, y sigan todavía ligeramente húmedas, las colgaremos en su sitio para que con el último secado pierdan las posibles arrugas del lavado y estiren al máximo.

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